domingo, 20 de enero de 2008

Story

Estoy un poco aburrida y sin nada que decir, así que voy a transcribir esta historia que hice hace unos años. No es gran cosa, pero bueno, no tengo nada que hacer =D
Espero que les guste.
Me encanta escribir, más historias fantásticas, aunque hace tiempo que no lo hago... En fin, ahí va



El viejo del bastón verde

- ¿Te gusta éste, chico?
- Sí, señor.
- ¿Y éste?
- También, señor. Realmente Gauguin tenía una mano bien adiestrada.
Era el viejo del bastón verde. Paseaba por el Museo de Arte, viendo cuadros con el joven que adoptó como criado y sirviente, ya que el niño se encontraba en la calle.
El viejo tosió roncamente. El chico le extendió rápidamente un pañuelo.
- Ah... Ya falta poco... – exclamó el viejo.
Tenía cáncer y estaba ciego. Siempre pasaba las tardes en el museo. Se sentaba frente a los cuadros y el muchachito se los describía. Se ubicaron frente al "Paseo en el crepúsculo", de Van Gogh. El niño comenzó a contarle lo que veía. Todos los días le hablaba sobre los cuadros. Trataba de describírselos lo mejor posible.
Al otro día volvieron, como siempre. Pasearon y pasearon, hasta llegar a un cuadro.
- Chico, ¿qué sucede? – Preguntó el viejo, al notar que el chico se había detenido.
- Hay un cuadro nuevo, señor – le contestó.
- Pues, cuéntame: ¿de quién es?
- No tiene nombre, señor.
- Bueno, entonces...
Tosió muy fuerte. El muchacho le tendió el pañuelo. Se sentaron frente al cuadro.
- Entonces, cuéntame – terminó el viejo.
- Bueno, es un lugar... Se asimila a la selva; con grandes árboles y nada de luz. El paisaje es agresivo, y reina en él un silencio de muerte. No hay personas ni animales, sólo árboles...
El viejo escuchaba atentamente. El chico continuó describiéndole la pintura por un largo tiempo. Sólo era interrumpido por los accesos de tos del viejo, a los que rápidamente respondía con el pañuelo.
Cuando anocheció, el guardia se acercó a ellos.
- Vamos a cerrar.
- Está bien, gracias – respondió el niño.
El guardia se alejó por el pasillo con pasos cortos y secos.
- Debemos irnos, señor – dijo el chico.
- Sí... Ya es hora – susurró el hombre, más para sí mismo, aunque el muchacho alcanzó a escuchar. Sin embargo, no dijo nada. – Ayúdame, chico.
El muchacho se acercó a él y lo ayudó a levantarse. El viejo se paró frente al cuadro.
- Has sido un gran ayudante, chico.
Levantó su bastón verde, y golpeó el cuadro. De repente, una fuerza inmensa parecía atraparlo, y no podía despegarse de la pintura. Perdía fuerza a cada segundo. Fue cayendo y cayendo, hasta quedar desplomado en el piso. El chico se le acercó, y observó el cuadro. Podía ver un viejo asomando detrás de un tronco caído, con una expresión extraña, parecía desilusión, desesperación; no se sabía.
- No se preocupe, señor, nos veremos pronto.
Se dio la vuelta y, abriendo sus alas azules brillantes, voló por el ventanal del museo, mezclándose con el cielo estrellado y sin luna.


~

3 comentarios:

AnA dijo...

esta padre la historia me gusto jejeje me agrada el arte... y pues da muchas interpretaciones me gusto entrar a tu blog y leerlo =) espero venir mas seguido
bye

Ale dijo...

Oye escribes muy bien!!!!!!

. dijo...

Ola AmoRr!!
chee deverias replantearte continuar la historia porqe esta muy buena!
escribis muy bonito..
y me gusta que escribas aunqe lo agas simplemente porqe andas aburrida,de esa forma por lo menos estas,y puedo ver qe estas bien!
cuidate!
besos
bye!